Pinta mi rostro con el pincel desbordante y fino suelto entre tus cabellos. Deja que mi pecho entero sea tu lienzo. La ruta para llegar a la magia que nos acaricia entre delirios y sueños comienza en mutuo susurro. Dejemos en evidencia los rincones más incógnitos del deseo. Los paisajes del camino son atisbos para contemplar sin prisa aquello que desde hace tiempo nos ha querido abrazar. Torrentes incesantes del color de la inocencia conjugan sus precoces intenciones sobre el puerto de nuestras dudas. Pinta tu insomne recuerdo. No dejes que la memoria reproche el instante. Consuma tus sentidos en mi terreno abierto y deja que tu brújula se extravíe.
Quetzal Noah
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