Hoy no quiero generalizar. Hoy no quiero hablar de privilegios y desventajas. Hoy quiero hablar sobre el fracaso. Tengo ya mis años en este movimiento, industria, tribu o como le quieran llamar en cuanto a ser escritor independiente se refiere. El año pasado fue uno bastante difícil. Comenzó con una demanda contra Carlos Rizo; el influencer amigo de Diego Ruzzarin, César Lozano, Farid Dieck y otros que, al ver en lo que se metió su compa parece que le dejaron de hablar e invitar a sus podcasts y entrevistas. El pedo no fue primero demandarlo sino la reacción de su comunidad que me atacaron por defender mi obra porque fue reproducida sin mi consentimiento. A esto se le suma un par de mal entendidos con colegas y luego la desaparición de mi página. Seré sincero: me caí, quería tirar la toalla y ya alejarme de todo este desmadre. Luego pensé en todo lo que hice antes de figurar en el panorama y me di cuenta de algo: en realidad fueron mis momentos más duros los que me susurraron “hay que seguir, esto no se puede poner peor como hasta ahora”. Me di cuenta que sabía bastantes cosas, que, aunque mi alcance para hablar de mis libros disminuyó, tenía algo más importante que eso: sé muchas cosas referentes a los libros y eso no lo sabía cuando comencé. Mis ventas en libros bajaron, pero había otro grupo al que no le había prestado atención: los aspirantes a escritores que quieren aprender a publicar su libro por cuenta propia. Y así fue comenzar de nuevo, poco a poco, compartiendo las herramientas con otros. Luego llegó el tiktok, se viralizaron varios fragmentos de mis libros alcanzando millones de reproducciones, pero…nadie compraba mis libros. Dos millones de reproducciones en tiktok y apenas diez libros vendidos, una mamada…la neta. Pero no debía aguitarme, escribía desde antes de tener lectores y desde antes de vender libros. A veces estas cosas le sirven a uno para recordar porqué hace lo que hace. Por si fuera poco, me atreví a hacer una gira con todos los pronósticos desfavorables junto a otros colegas y pasó: casi nadie fue. En mi último intento de hacer algo bien en un año tan difícil abrí la convocatoria para un taller de escritura creativa. Tuve dos talleres y más de treinta alumnos. En fin, comenzó en enero con las tan acostumbradas cuestas, pero pasó algo insólito: se vendieron 100 libros en menos de una semana, se inscribieron más de treinta alumnos y recibí un generoso pago de Amazon por concepto de regalías. Tanto éxitos como fracasos son momentáneos, lo realmente decisivo es la postura que asumes para enfrentarte a lo que está por venir, lo cual…casi siempre es incierto.
Quetzal Noah