No tienes miedo de morir. Tienes miedo de vivir. De no alcanzar lo que sueñas, de sentirte rechazado, ignorado o que perdiste una valiosa parte de tu tiempo. No temes a la muerte. Temes a la vida, porque la vida es salvaje, caótica, intensa, dulce y a veces muy puta y no cualquiera tiene los huevos para salir de alguna zona de confort como los dogmas religiosos que te dicen hablan de castigos por el placer, como las ofertas en tiendas departamentales y los restaurantes que te sirven un plato de mierda con la sensación de que lo que comías era un placer que sólo tú mereces. La vida es más que eso. La gente quiere morir para disfrutar un paraíso que tal vez no existe porque teme asumir riesgos, irse de casa, divorciarse de una relación infeliz por miedo a la soledad, dejar su empleo aburrido para vivir de su creatividad. A todos lados van cargando una máscara de miedo, pagando a estafadores por la fórmula de felicidad o charlas de gente que se convenció a sí misma de su potencial. No temas a la muerte, no hay nada ahí, el infierno es la consciencia remordiéndote por saber que tenías una oportunidad de hacer las cosas diferentes y elegiste otro camino. Un camino de engaños porque tuviste temor a perder, a dejarlo todo, a soltarte a la incertidumbre y amar el caos. Todavía puedes levantarte. No temas, el pánico será tu mejor maestro, el miedo y la alegría son sólo las caras de la moneda con la que pagamos la vida.
Cuadernos viejos
Quetzal Noah
