Hay personas muy valientes detrás de las pantallas. Se sienten expertos en temas de los que probablemente solamente vieron un vídeo en youtube. Cuando no están de acuerdo en algo a falta de argumentos comentan con fotos evidenciando su deterioro neuronal. Sienten que su vida ha trascendido cuando su comentario de hate identifica a unos cuantos miserables como ellos; su mayor logro es esa manita hacia arriba. Hay personas que dicen ser artistas y al ver el trabajo de otros lo demeritan, lo subestiman, lo menosprecian haciendo gala en sus palabras que ellos lo harían mejor pero ¿por qué no lo hacen? Hay un montón de gente talentosa en internet que logra con sus creaciones un lenguaje tan sencillo como brillante que muchos creen que es fácil. A lo largo de estos años que el internet se ha vuelto mi columna y mi diario puedo notar que no han evolucionado mucho en cuanto a opiniones. Por lo regular uno en su tiempo libres mira sus perfiles y nota rostros vacíos y secos, a veces ni el rostro muestran porque deben sentirse en el fondo avergonzados de lo que hacen, han acaparado las redes sociales bajo perfiles dudosos donde desquitan la ira por la miseria en la que se sienten atrapados ¿Han hecho algo para lidiar con el fracaso si es que alguna vez desafiaron sus propios límites? Para mí esa subespecie ese lo más bajo en la evolución humana ¿quién está tan al pendiente de algo que no le gusta? Vaya manía de malgastar la respiración y desaprovechar la escasa función cognitiva que les enseñe a enfrentar ya problemas. Puede ser una reacción ante lo frustrante que llegan a ser las comparaciones. El mundo de los artistas está lleno de críticos, y qué curioso, porque los artistas andan divagando en sus pensamientos y por ello huyen al refugio de su soledad. Un artista o una persona con un poco de éxito es el recordatorio para muchos de lo que no han alcanzado, ta vez pensaron que merecían un poco de reconocimiento ¿y por qué no? Tal vez la actitud no les ayudó y siguen perdiendo el tiempo en ver lo que otros hacen y lanzar sus dardos rencorosos con palabras rebuscadas que oyen de filósofos youtubers. Lo que está claro es que disfrutan opinar a diestra y siniestra, como si el mundo lo pidiera a gritos para empaparnos de su fructífero conocimiento. El problema no está en opinar en problema es creerse experto en un tema del cual sus fuentes son artículos de internet con de sitios con dudosas procedencias. Al opinologo de la pantalla no le interesan los hechos, sino simplemente desquitar el enojo que tiene porque piensa que la vida ha sido cabrona y no le ha dado lo que tanto pide. Quizás haga falta visitar un psicólogo.
Quetzal Noah