Cuentos

Ya casi nadie viene a pistear

Hace unos meses me mudé al centro de Monterrey con mi novia, cuando tenía unos dieciocho años imaginaba todo lo que podría hacer si vivía cerca del Barrio, es decir, poder embriagarte en bares baratos y lugares repletos de chicas deseosas de fiesta y salir caminando a casa y si te detuviera la policía decirles, oigan yo soy vecino de este vecindario miren mi credencial. Pero creo que me mudé un poco tarde, tengo casi treinta años, y no es que ya no sepa divertirme, es que los lugares se volvieron monótonos, la gente sin temas de conversación, antes pensaba que escuchar un género musical como el regaeton no afectaba la inteligencia y no es así, creo que la gente reguetonera tiene muy poco aprovechamiento de sus neuronas. A veces iba al Nandas o el Café Iguanas los jueves, porque los viernes todos salen de sus oficinas, deseosos de aventura, con ese sentimiento de anularse y borrar por un momento esa imagen que tienen de lo intrascendentes que serán sus vidas, todos luchando por creerse únicos y lo gracioso de ellos es el vacío que les deja esa sensación. Me tomaba unas cervezas, platicaba con alguien de la barra, sobre luchar, sobre la vida que es un poco culera y a su vez tan hermosa, me reía mucho de los artistas y los escritores, todos comiéndose entre ellos con críticas, con apatía, con envidia, varias veces fui y vine viajando de mochilazo por México, al regresar a Monterrey sentía que habían pasado unos veinte años desde que me fui, sin embargo, la gente seguía pensando en lo mismo. Es muy difícil reprogramar toda la mierda que uno trae en la cabeza, deshacerse de aquellos juicios que lo han detenido. Y bueno en casa a veces estoy todo el día, en frente vive un señor que vende elotes llamado Don Tanis, salgo a limpiar la banqueta y lo saludo, cuando recién llegué estaba peleado con él porque un día le dije que le bajara a la música, no es que no me guste la música en la calle, el problema era que todo el día escuchaba lo mismo, la misma estación, las mismas canciones, los mismos comerciales, la rutina es otra forma en la que nos programamos para no pensar demasiado y aniquilar nuestra energía, nuestro espíritu, nuestro sueño. Una noche salí con mi novia y nuestro roomie Alfredo, caminamos por la calle Doctor Coss y vaya sorpresa, venía caminando un chico blanco con una chica, era Kike, uno de mis mejores amigos de la universidad, nos saludamos, nos dimos la mano, cambiamos números. Nos fuimos al Sayulita, la cerveza está en dieciocho pesos, tomamos una cubeta, mi novia pidió un mojito, Alfredo pura indio y su novia Tecate. De regreso le marqué a Andrés para que viniera a casa, estaba con su chica, ya a los treinta debes tener una chica, vivir con una, pagar renta, pagar recibos y preocuparte por la pensión, así es esto, no hay salida, no vivimos en Europa donde la vida es más sencilla, aquí tenemos que comer polvo, mordernos las uñas, rascar la pared, convivimos con la ignorancia y el miedo, somos cómplices de tanta corrupción y poca empatía con los que triunfan, por eso ya casi nadie viene a pisetar aquí conmigo, porque me pongo insoportable, les cuento de mi lucha, del panorama creativo, de lo que se puede hacer, de lo que se debería hacer, cuestiono a los artistas a los que quieren vivir de esto, y creo que les termino cagando el palo, nadie me pide mi opinión, tal vez porque es muy cruda, porque es real, porque tiene fundamento. Mi mejor amiga me dejó de hablar porque un día me enseñó una de sus canciones, todos sus amigos la maman y le dicen que canta bien y yo le dije, escribes canciones ¿qué es lo diferente en ellas? ¿para qué sirven las canciones? ¿qué haces de diferente como cualquier otra chica que compra un ukulele y hace un cover de Natalia Lafourcade o Carla Morrison? Cuando las editoriales me ignoraban pensé ¿habrá una manera de publicar un libro de manera diferente sin tener que estar lamiendo huevos con editores o con los encargados de los concursos de becas? Y fue entonces que salí a la calle buscando imprentas. El problema no es luchar, realmente no luchas cuando disfrutas algo, el término de lucha suena como algo que a cualquiera la da flojera hacer, la cuestión es encontrar el amor y en placer por lo que hacemos y buscamos. Encendí un cigarro, fui al refrigerador a buscar otra chela, vi el teléfono, nadie había respondido mis mensajes, ya casi nadie se las ingenia para ser real, para vivir su historia, ya casi no veo a mis amigos, ya hay más cuentas por pagar que buenos fines de semana, los viernes ahora son los jueves o miércoles, ya casi nadie me saluda, ya no van los poetas a las cantinas, los músicos se suben a los camiones y tocan los mismos covers, ya casi nadie viene a pistear.

 

 

Quetzal Noah

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One thought on “Ya casi nadie viene a pistear

  1. Diana Sosa dice:

    Me encanta como escribes, dices lo que piensas, lo que eres, tu esencia. Hablas al Chile y está super chido porque tienes esa característica regia bien cabron para hablar, soy regia sé lo que te digo. Llegué hace tiempo a ti sin buscarte, sigo la página de Cultura Colectiva y un día salió un post sobre ti, la neta me ganche contigo por lo que ya dije y por ser regio. No he comprado ninguno de tus libros , leo los párrafos que compartes pero no me ha nacido pedirte alguno, más bien te sigo en redes porque difícilmente se encuentra gente que pueda hablar de cualquier tema sin miedo a mostrarse tal cuál es.
    Cuando tengas ganas de tomarte una chela con alguien real me avisas.

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