Sobre Moby Dick
Hace poco, entre mis propósitos literario del año, decidí que debería leer más libros clásicos. Comencé con La Iliada de Homero. La cual me llevó alrededor de tres semanas leer para luego dar paso a Moby Dick de Herman Melville.
Debo admitir que mi curiosidad fue escorzada luego de ver l película de Brendan Freezer de La Ballena, la cual, es una alegoría de Moby Dick que entendí hasta después de leer en libro.
El narrador, de nombre Ishmael, me llevó al puerto de Nantucket donde conocí a un arponero aborigen de nombre Quequeg para forjar una amistad con él y después embarcarnos en un ballenero llamado Pequod. Ishmael no tenía experiencia alguna en la caza de la ballena, sin embargo, una parte importante de su vida la había dedicado a leer y documentarse en todo lo referente a las ballenas. Ishmael era el claro ejemplo de cómo la curiosidad triunfa sobre lo inexorable de la rutina para grabar en nuestra memoria una aventura digna de contarse a lo largo de nuestras vidas.
El barco zarpó un día de Navidad con el propósito de cazar ballenas para obtener ámbar gris y aceite. Nuestro capitán era Ahab, un viejo marinero cojo que no hablaba de otra cosa más que de Moby Dick. Pues, a lo largo de su vida, el capitán nunca se había enfrentado a un leviatán tan temible y poderoso. Era un enorme cachalote blanco e irónicamente, aquella blancura nublaba el pensamiento de Ahab, haciendo que nuestro capitán al recordar que su pierna fue devorada por Moby Dick creyera que dicho monstruo tenía un asunto personal contra él. Muy en el fondo Ahab debía sospechar que en el magnomare jamás podría tener ventaja alguna contra Moby Dick y que aquel deseo de venganza y de odio hacia sí mismo lo estaban también convirtiendo en un monstruo solitario.
Como en la película La Ballena, el protagonista, está convertido en una persona postrada en una silla de ruedas que debido a su sobrepeso apenas y puede caminar y esto hace que se tenga un odio a sí mismo que le hace comer de forma compulsiva como una especie de castigo que a su vez lo acerca más a la muerte que él mismo se ha trazado. El protagonista se obsesiona con la idea de matar al monstruo de él. A diferencia de Ahab, que no estaba consciente de que lo que hacía estaba llevando a un precipicio no sólo a él sino a toda su tripulación.
Otro dato curioso de este libro es que la historia está inspirada en un barco llamado Essex que en 1819 fue atacado por un cachalote, y su tripulación estuvo naufragando al grado que al terminar con sus provisiones los marineros tuvieron que comer carne de aquellos que no lograron sobrevivir.
Cabe de destacar que éste ha sido, hasta ahora, el libro más largo que he leído con casi novecientas páginas, me tomó alrededor de un mes leerlo, leyendo en promedio treinta páginas por día. Vale la pena perderse una serie, un par de fines de semana y uno que otro aburrido partido de futbol para salir a explorar los mares en búsqueda de ballenas, vale la pena respirar para leer lo que sucede cuando el egoísmo y la obsesión de un hombre le hacen olvidar que la naturaleza es un reino sagrado que un día no muy lejano comenzará a reclamar lo suyo.
Quetzal Noah