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6. Átomo

La palabra átomo me hace recordar la grandeza que habita en lo pequeño. Una semilla contiene un árbol. Un espermatozoide y un óvulo a un ser humano. Un cabello guarda una cadena de información que nos remonta a un pasado común. Un minúsculo grano de arena encuentra a sus semejantes y forman un desierto o una playa. De un diminuto punto en el espacio que estalló comenzó la historia del universo y nuestra especie apenas es un átomo entre millones de cuerpos celestes que se explotan y se expanden por el cosmos. Un átomo es más pequeño que una dendrita. Una red de dendritas transmite cargas eléctricas en el cerebro para mantener activos los recuerdos. Y ahora que indago en mis memorias, una tarde de otoño conocí a un chico con el cabello largo, unos jeans de mezclilla rotos, unos tenis converse y una guitarra en la espalda. Le gustaba cantar. No cantaba muy bien pero no podía negar que su entusiasmo me entretenía. Era un chico que descargaba la energía de sus átomos en las letras de sus canciones. Me contó que sus canciones eran para una chica que siempre olía a flores. Su canción decía

Tus átomos vibran sobre mí

eres supernova de jazmín

 ¿Por qué te la pasas hablando del universo y cosas que nadie entiende?  Sólo para los curiosos como tú. Me decía con un tono despreocupado. Era pensativo. Pensar lo hacía feliz. Con un cigarro entre los dedos se sentaba en el piso de los pasillos y escribía una canción. Los átomos se alborotaban en ese continente misterioso que abarcaba de su frente a su pecho. Le salían satélites de la mirada. Me hacía sentir pequeño cuando hablaba de átomos y a su vez asombrarme con lo compleja que es la existencia como para ser un accidente divino o cósmico.

Quetzal Noah

#EscribeMejorConQuetzalNoah

 

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