He tenido amigos que se enorgullecen de su ignorancia. Dicen mostrando osados el pecho no haber leído nunca un libro en su vida y no les hace falta que dizque porque tienen billetes. Con argumentos como ese es fácil percatarse de la pobreza de sus ideas y su espíritu. Y es que conforme la gente consume información, noticias, tips, vídeos cortos menos ambiciosa se vuelve su capacidad de pensar.
El otro día me puse a investigar sobre criptomonedas, tanto así que llevo un mes leyendo sobre el tema y aunque no me he hecho experto puedo decir, que en el ámbito de la creatividad resulta muy generoso cultivarse en un tema distinto al que uno acostumbra como en mi caso que son los libros de ficción, la poesía y los relatos cortos.
Hace poco que por semana leo un libro de poemas en inglés de T.S Eliot y traduzco uno por semana. He ido disfrutando de darle forma y significado a ciertos versos. Qué mejor si se trata de comprender las ideas en otro idioma. Aprender otra forma de comunicarnos es poner en marcha la máquina de sueños. A final de cuentas los límites de nuestras ideas son los límites de nuestro lenguaje. Si no leemos nuestro lenguaje se vuelve común, tendemos a repetir lo que otros que no leen creen también. Leer te lleva a razonar. Razonar te lleva a no caer en el fanatismo. No caer en el fanatismo te lleva a disfrutar del mundo sin ideologías. Sin ideologías podemos aspirar a ser más libres y felices de lo que nunca supusimos.
Nunca subestimes el hábito de la lectura. Presta atención a los lugares que tiene libros; tal vez haya un mensaje que cambiará tu vida.
Explora el mundo a través de las historias. Leer es navegar. La vida es un viaje entre olas calmadas, suaves, duras y tormentosas. Y los libros son islas vírgenes y abundantes de ideas y riqueza espiritual.
Quetzal Noah
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