Ven acércate
quiero que me cuentes
de aquello que te perfora las ideas
que te tumba en la cama y te arruga
hasta llorar en posición fetal.
Sé que lo intentaste y el día de ayer
te miraste al espejo y trataste de convencerte
de que eres un fracaso y a nadie le importas;
y si eres vato te entiendo mejor
ni si quiera has podido llorar porque sigues
con el pendejo estigma de que quebrarnos
nos hace ver débiles.
Sé que lo intentaste el día de ayer
y no le cuentas a nadie
no quieres que nadie lo note
te has hecho a un lado tanto
a ti mismo
temes que te juzguen por tropezar
con las mismas piedras
que hasta sientes
que a cualquiera
le valen verga tus problemas.
Sé que si lo cuentas de inmediato te dirán
¿Cómo te pasó por la cabeza?
¿Por qué no lo dijiste?
Y como las palabras no son lo tuyo
diste las señales
dejaste de comer
de bañarte
de correr
de pintar y de cantar
bebías en excesos para
que de vez en cuando una sonrisa
se asomara.
¿Se debe a la presión por ser alguien?
Que no llega el trabajo o
no sale el proyecto.
Que el estrés del día a día
te ha guiado a pensar
que nada tiene sentido.
Que tu larga relación se terminó
y el futuro te abruma
al pensar en la soledad.
¿Deberías tenerlo todo bajo control?
No, no tiene caso
pero quiero que me cuentes
para dejarte claro
que si necesitas ayuda
tal vez no sea terapeuta
pero aquí me tienes
para escucharte
llevarte a donde me pidas
y sobre todo darte tu abrazo.
Me importas.
No me hago a la idea
de que por poco y no te lo decía
anoche que trataste
de darte un balazo.
Está muy fuerte, ese momento donde tantas cosas pasan por tu cabeza, donde añoras tantas cosas.