Bajé de un autobús cerca de un gran río y pregunté a un grupo de chicas que pasaba caminando sobre la dirección que venía en internet de mi hostal. Les mostré el teléfono porque algunas letras correspondían al abecedario alemán y no sabía pronunciarlas. Me indicaron en inglés, seguir caminando derecho junto al río, el trayecto en el google maps marcaba más o menos una hora con treinta minutos para llegar. Caminé bajo una inmensa luna llena de principios de abril, tarareaba aquellos versos de las Noches de Hungría de Julio Jaramillo solo a orillas del Danubio, cuando en la noche clara escucho tu violín… No sé por qué elegí Viena, me encontraba en Roma y estaba entre tomar un vuelo a Amsterdam o Viena, yo había escuchado a varias personas hablar de aquella tierra de marihuanos bien educados, pero nadie me había comentado de Viena. Después de caminar durante unos cuarenta minutos los pies ya se me acalambraban por el peso de la mochila, al salir del camino del río caminé durante siete manzanas enormes para llegar a una estación de metro. Según las indicaciones tenían que llegar a Reuman Blable. Compré mi boleto, llegué a mi destino, subí las escaleras y salí a un paso peatonal con comercios que en su mayoría estaban cerrados, por ahí pasaba un tranvía y después caminé unas cinco calles hasta llegar a mi hostal.
PASEO POR EL RÍO DANUBIO
Eran cerca de las 9:30 pm cuando hice mi registro en el hostal, había visto varios restaurantes con una fachada bohemia con carteles de marcas de cerveza austriaca, así que después de dejar mis cosas hice mi ritual de bienvenida cuando llego a una ciudad, que es básicamente salir a un bar y buscar la cerveza más bebida de la ciudad. Entre a un lugar con unas luces bajas, se escuchaba una mujer cantando en la rocola. Pedía una cerveza en inglés, el hombre de la barra no me entendía, así pregunté a alguien sentado si podía pedirme una cerveza, para mi fortuna nadie hablaba inglés. Les hacía señas con las manos de que mi alma vagabunda anhelaba el néctar que ellos se encontraban bebiendo cómodamente. Hicieron una mueca de entendimiento y exclamaron “pivo”, los hombres sentados en la barra alzaron sus botellas, yo me bebí mi cerveza nombreextraño y puse el traductor, y con indicaciones corporales les indiqué que escribieran de dónde eran, venían de Serbia, un país extraño de que casi no hemos escuchado hablar. Llegaron unos policías al bar, pidieron una documentación, una mujer que al parecer era la encargada fue con ellos, le pidieron su identificación. Los policías se fueron, terminé mi cerveza y me dispuse a buscar otra para regresar al hostal y beberla afuera. Llegué a un kiosko cerca de la estación del metro, donde había varias personas ahí bebiendo, vendían salchichas, cerveza, golosinas, tragos y refrescos. Un hombre calvo de ojos de color lo atendía, se miraba educado, alrededor del kiosko varios hombres bebían, pedí una cerveza, el hombre se llamaba Salam y era de Turquía, me explicó que ese barrio donde estábamos era de turcos y serbios.
CAFÉ SACHER Y TARTA SACHER
En mi tercer día mientras esperaba el metro mis labios conocieron el orgasmo de la tarta sacher, curioseaba de nuevo por el centro de la ciudad, veía la figura de Mozart en envolturas de chocolate por un montón de aparadores de tiendas de dulces, me encontré con una chica que me ofreció lo que se llamaba el Viena Pass, que era un pase por ochenta euros con entradas a todos los museos de la ciudad, un recorrido cada quince minutos en un trolebús por los barrios de Viena y un paseo por el Danubio en bote durante veinticuatro horas.Mi recorrido inicio en el Magic Travel que aunque el público a quien va dirigido es más infantil como adulto no te la pasas nada mal. Primero te ponen una proyección en tercera dimensión con la historia de la catedral. Caminamos por un calabozo donde se nos contó que la tradición del café llegó a Viena por influencia de los turcos que utilizaban los costales de este grano como trinchera, un día capturaron un esclavo y este les regaló a los austriacos el secreto para preparar el café. También tuvimos una audiencia con la Familia de lo Hasburgo.
PALACIO DE SHOBRUNN.
Tomé el trolebús y bajé en el Barrio Judío de la ciudad, caminé algunas manzanas y tomé de nuevo el transporte para ir hasta el Museo de Historia Natural donde se encontraba la colección más grande de meteoritos, en un edificio antiguo parecido a un palacio de distintos niveles, era todo un viaje a través de la ciencia y la vida tal y como la conocemos, fósiles, réplicas de animales extintos, aves, los primeros homínidos. Tardaría todo el día en recorrer el museo pero quise aprovechar el día así que después fui al Danubio para tomar mi paseo en bote, duraba como una hora y se podía beber una buena cerveza austriaca. Al bajar me dirigí hacia el Palacio de Hofburg que fue el hogar de la familia Hasburgo, dueños y señores del imperio Austro-Húngaro durante varias generaciones, todo un recinto de cuento de hadas de una familia real, vajillas de metales preciosos, cuartos de baño, enormes salas de lectura y la loca e inquietante historia de Isabel de Baviera mejor conocida como Sisi, que siendo reina fue infeliz toda su vida. Para continuar el recorrido caminé hacia el MuseumQuartier o Patio de los Museos, una explanada con varios museos alrededor como el Leopold y el Museo de Arte Moderno, donde me la pase alucinante al encontrar en las galerías cuadros de Dalí, Klimt, René Magrite, Andy Warhol y hasta una de esas obras extrañas de Yoko Ono. La experiencia del Patio de los Museos es de las que te hace sentir de verdad en primer mundo, nunca había visto tantas personas interesadas en el arte y las galerías como los vieneses, ahí mismo en el patio, la gente conversaba sobre las exposiciones con sus latas de cerveza y otros tocaban piezas en violín, chelo y guitarra.
PALACIO DE HOFBURG
PATIO DE LOS MUSEOS
Para terminar la jornada di un recorrido rápido en el Museo de Música donde reviví las obras de Bach, Beethoven y Mozart. Acabé en el museo de la literatura, donde me quedaron ganas de aprender alemán para leer mejor a Kafka.
LA FIGURA DE MOZART EN CHOCOLATE
QUETZAL NOAH
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