Uno de los más grandes errores de todos aquellos que pretenden escribir es olvidar la parte de disfrutarlo. Es bueno esforzarse por escribir algo de calidad, sin embargo, a veces esa auto exigencia hace que el texto pierda ritmo, sea vea forzado y que no sea una experiencia que el lector disfrute. Tampoco es que uno deba escribir siempre para agradar o para buscar un público sumamente culto; porque seamos sinceros: los países de habla hispana no se caracterizan por tener promedios de lectura muy altos. El escritor debe ser un buen lector antes que escritor, es decir, que cultive el hábito de la lectura, que constantemente enriquezca su vocabulario y que experimente la magia del lenguaje. Teniendo en cuenta esto el escritor debe volverse su lector más crítico y escribir algo que a ese lector le gustaría leer.
Un día daba un taller de auto publicación y le pregunté a uno de los alumnos ¿para qué quieres publicar tu libro? Y me dijo algo que nunca olvidaré: porque quiero escribir algo que me gustaría leer. Ese alumno lo entendió todo. La mejor parte del proceso es la que se disfruta para escribir con entusiasmo día a día. Yo también apoyo la noción que cada escritor debe ser su propio lector. Les cuento una experiencia muy personal: Un día me encontraba en casa leyendo por segunda vez el libro de “Los Vaganundos del dharma” de Jack Keoruac. Y en mi mente pensaba: este cuate es un mochilero que describe los paisajes de Estados Unidos ¿por qué no he encontrado en la literatura mexicana algo similar? Busqué entre autores independientes y no encontré referencia alguna o al menos una obra genuina. Entonces dije; pues si ese libro que hable de la vida de un mochilero que recorre parte del paisaje mexicano aún no lo leo es porque todavía no está escrito y tendré que hacerlo yo. ¿Cuál fue el resultado? Pues el nacimiento de mi novela “¿Cómo volverse mochilero?” un libro que narra la historia de Lupillo; un cuate que intenta volverse famoso tocando canciones con su guitarra y al darse cuenta que no tiene el talento suficiente decide hacer un viaje al sur de México. Al ver la vida de los mochileros que renuncian a su ego y a sus propios prejuicios le dan ganas de ser uno de ellos e irse conociendo en un viaje de búsqueda espiritual desde San Cristóbal de las Casas hasta Tulum.
Si bien la novela está inspirada en fragmentos de mi vida, la trama envuelve ciertos misterios que solamente son apreciables cuando uno cambia su visión del mundo para configurar otra realidad. Aunque no le he dado la publicidad que se merece, estoy seguro que va a llegar a sus lectores ideales y que la misma obra tiene el potencial para despertar el deseo tanto de viajar como de escribir algo que se parezca más a la propia vida de una persona que sueña con hacer algo distinto con su existencia.
No olvides que la escritura es en sí mismo un proceso creativo y para ello no hay reglas, pero sí nociones básicas para tener un trabajo digno de ser leído. Así que el mejor consejo que puedo darte es que sigas leyendo, que escribas pensando en lo que te gustaría leer y que no dejes de prestar atención a todas las señales que hay en el camino porque son un susurro de la gran mente maestra del universo que nos invita a seguir creando.