Desde que me di a conocer con mi poesía en internet no tardaron mucho los detractores en aparecer. La gran mayoría son un gente llorona con baja autoestima que se siente muy valiente hablando desde perfiles falsos. Y también algo los distingue: creen que escriben mejor o que ellos merecen aquello por lo que yo he trabajado tanto aunque nunca han salido de sus casas y su visión del mundo y la literatura se limita a lo que les dicen los pretenciosos del gremio literario.
Es interesante ver cómo a pesar de que nunca han influido en mi carrera siempre están buscando mi atención. Y yo pienso: ha de estar de la verga haber estudiado una carrera de letras y darte cuenta que como no tienes talento y tu autoestima es muy baja terminas haciendo una página de memes como un consuelo por no conseguir una beca pedorra de tres mil pesos que te vende la idea de que eres bueno escribiendo cuando en realidad es un trámite burocrático.
Me ha tocado leer comentarios que dicen “cualquiera puede escribir un libro” y pienso, claro que sí… cualquiera que se quiera desvelar durante meses escribiendo para llenar una página en blanco. Cualquiera que tenga los huevos para creer en sí mismo. Cualquiera que deje las excusas típicas para crear: no soy tan bueno, no tengo dinero, es que nadie lo va entender; me he dado cuenta que uno solito se auto sabotea. Cuando uno trabaja en su autoestima se convence de que puede llegar hasta el final porque simplemente sabe que uno debe luchar por lo que cree. La mejor manera que conozco para no decaer en ninguna circunstancia es mantenerme creando. Usar la adversidad y las dificultades para sentarme a escribir creyendo que haré algo que me gustará y de lo que me sentiré orgulloso. Escribí tres libros en un año: novela, poesía y autoayuda. Los que conocen lo que es chingarse para conseguir algo valorarán el esfuerzo mientras que los perdedores sin talento siempre subestimarán la lucha porque el poco o mucho éxito del otro les recuerda que no están haciendo nada con su tiempo. A final siempre habrá gente hablando desde ambas posturas; y eso es bueno, es el recordatorio de que no te estás quedando estancado y de alguna manera te mueves.
Algo curioso es que la mayoría nunca ha leído un libro mío. Lo cual los hace doblemente pendejos: juzgan lo que no conocen. Pero en fin, así uno se da cuenta de muchas cosas. Llevo siete años en esto y muchos de ellos que se dicen escritores no han escrito ni madres y no han logrado nada. Sin embargo, todos me conocen, hablan de mí en sus círculos. Soy un tema de debate en charlas de antropólogos, filósofos y aspirantes a escritores y hasta hacen grupos porque soy todo un fenómeno cultural.
Los lectores me dan reconocimiento y mis haters me mantienen vigente. Me vuelven trascendente en sus vidas y por ello estoy destinado a marcar generaciones.
Hace poco hice un comentario “Cuando te sientas pendejo recuerda qué hay gente que estudió una carrera en Filosofía y Letras creyendo que sería escritor y al ver mi página se dieron cuenta que lo que en realidad necesitan es talento”. Los lloriqueos no se hicieron esperar. Egos heridos y escritores de países con economías devaluadas se unieron al movimiento anti Quetzal. Me acosan y debaten sobre mi trabajo aunque no lo van a leer porque sus egos están tan heridos y por ello nunca podrán construir una verdadera crítica porque tampoco quieren leer mi trabajo ya que sabrían que es realmente bueno y que tiene lo suyo para sobresalir.
Me divierte mucho que ante mis más de 20 libros escritos y 12 publicados solamente ven una brecha difícil de alcanzar y que mis palabras hablan más que mis hechos por ello es un hecho que seguirán hablando muchas bocas que superen lo que yo ya he hecho.
Les honro a veces al recordarlos porque probablemente nadie importante lo hará. Incluso yo, paulatinamente dejaré de hacerlo.
Quetzal Noah