En medio de la próxima crisis del agua en el estado de Nuevo León se anuncia la llegada de Tesla al estado. Dicen por ahí, que si le preguntas a un chino sobre el futuro, siempre te responderá con optimismo, siempre te dirá que será mejor que el presente ¿Por qué no pensar lo mismo?
Hay opiniones divididas. No olvidemos que en la actualidad Monterrey tiene la peor calidad de aire de América Latina y que la mayoría de sus habitantes confunde la calidad de vida con la mayor cantidad de bienes a los que puedes acceder. Sinceramente espero que la industria se regule por el bien de todos.
Retomando lo de Tesla. La noticia ha entusiasmado a la mayoría de los mexicanos. Me incluyo, veo con optimismo ésta inversión y también que es una de las mejores jugadas de Obrador en medio de la nacionalización del litio y las obras del Tren Maya.
La mega planta de Tesla traerá un conglomerado de otras empresas que impulsará a más a estados de la república. Y ¿esto qué significa? Creación de oportunidades, mejores competencias en educación, aumento de salarios, fortalecimiento de la moneda y también el mejoramiento de los servicios públicos.
Y ¿por qué no pensar con optimismo? Tal vez las nuevas oportunidades hagan que una nueva generación de jóvenes sueñe con alguna carrera en innovación tecnológica y así poco a poco alejarlos del interés por las narcoseries y la cultura de la muerte.
Claro, sabemos que todos los políticos van a querer una parte del pastel. Pero éste pastel no es nacional, es extranjero y al parecer habrá una buena porción para todos.
Hay que dimensionar la llegada de Tesla: la fabricación de autos eléctricos requiere de litio. Tesla es la primera el ofrecer una industria que dependerá del litio, no serán sólo coches, seguramente vendrán compañías de telefonía, electrónicas y computadoras; sólo por mencionar algunas. Crear las plantas requiere ingenieros y arquitectos. Las plantas requieren más ingenieros, administradores, contadores, psicólogos y otras profesiones que tal vez veremos en un futuro con la innovación tecnológica.
Quetzal Noah