¿Quién no ha soñado con ser artista? Tener una buena vida bien pagada o con lo necesario para mantenerse creativo de manera constante. ¿Te imaginas estar de peda el lunes por la tarde grabando un nuevo hit en el estudio de tu casa? O estar pintando tu próxima obra maestra mientras tus cuates se forjan el porro en tu casa y hablan de series bizarras. ¿A poco no estaría chingón abrir la computadora en la mañana no para contestar correos sino para ponerte a trabajar en el capítulo final de tu novela?
¿Quién no ha soñado con ser artista? Hoy en día las redes sociales han dado alcance para que se den a conocer muchos talentos bajo sus propios medios. Sin embargo, por extraño que parezca aún la mayoría de la gente cree que el ser artista se logra por una suerte o una especie de serendipia. La realidad es que cada vez es más lejano que un día el editor de Harry Potter se fije en la basura de tu novela de amor de vampiros y zombies, y te ofrezca un contrato. O que estés tocando en un bar y llegue un productor tipo Brian Epstein a decirte a ti y a tu banda que tienen potencial y deberían hacer una gira por los mejores pubs de Europa. Es más fácil que un intento de fotógrafo cuelgue una foto que tú tomaste en su página haciéndola pasar como suya a que llegue el encargado de una galería a ofrecerte un espacio. No digo que no sea posible, pero perderás mucho tiempo soñando.
No hay mejor forma de adquirir experiencia que ir hacia adelante. Intentarlo una y otra vez hasta que por fin aprendes lo que funciona para ti y lo que no. No está de más llorar un ratito por si se te viene el mundo encima. A veces puedes encontrar un poquito de paz abriendo una caguama y a mitad de esta repites el mantra: soy un chingón. Lo que te hace chingón no es chingarte a los demás, sino chingar tus límites, las creencias que otros tienen sobre ti y erróneamente aceptaste.
Como cualquier negocio, todo arte es una inversión. El músico invierte en sus instrumentos y en grabar rolas. El pintor tiene que invertir en brochas, lienzos, pinturas y bancos. El fotógrafo tiene que comprar un buen lente, programas para editar y muchas veces comienza con sesiones de quinientos pesos. Así el escritor no sólo debe invertir en producir un libro, sino en talleres, cursos y presentaciones. Si existiera una fórmula para el éxito todos los que aspiran a ser artistas vivirían del arte. No hay otra estrategia que la constante reinvención y la persistencia. La obra es un medio. Impactar al público requiere inteligencia, empatía, a veces polémica, mover sentimientos, crear una historia y un poco de marketing.
El arte es largo. No te desesperes. Deja que madure tu obra. Si quieres un éxito inmediato mejor renuncia. El tiempo que pasarás arrepentido por no haberte dedicado a lo que te enciende y te mueve será el mismo con el que te consuela la estabilidad. No todos están dispuestos a arriesgarse. La fortuna es de los osados. Y claro también hay que tener de caligrafía a alguien que crea en ti. Parte de insistir en este trabajo viene de ese aliento de cariño cuando la esperanza parece agotarse.
Quetzal Noah