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Película no apta para gente medio pendeja

La semana pasada fui al cine porque tenía unos pases para la sala vip aparte de que ya tenía mucho sin ir a una de esas. La neta uno va de vez en cuando a consentirse, no es que siempre se pueda, la economía está cabrona pero ya venía ahorrando para este detallito. Aclaro que no siempre ir a una sala vip significa que la gente de ahí tiene la mejor educación y entendimiento. En Mérida sólo hay una sala VIP en un centro comercial todo culero que se llama Harbor. La comida no tenía sabor, de cervezas no tenían ninguna (cosa que me puso de malas) y de por sí el servicio en Mérida nunca ha sido sinónimo de rapidez, pero bueno…se tardaron como media hora en llevarnos unas palomitas.

Cuando la función terminó vi una serie de personas blancas, seguramente viven en Zona Norte, de perfil muy aspiracioncita debatiendo en las afueras de la sala que la película estuvo muy lenta, que no entendían porque ciertos elementos del tiempo no corresponden a ciertas épocas. En conclusión: la gente tenía un nivel cultural muy bajo, está muy pendeja o le gustan puras películas de Omar Chaparro y la familia Derbez.

La película a mí me recontra mamó y encantó y si tuviera a Emma Stone enfrente le escribiría un poema en la etiqueta de mi caguama. Se trataba de “Pobres criaturas”. Y déjame te digo que sí, soy medio mamador del cine porque me gustan las películas con referencias literarias o muchas alegorías y ésta es una de ellas.

A ver para empezar: en las primeras escenas hay una morra bien tétrica que tiene un trasplante de cerebro por un vato que se parece a Leatherface de la Masacre de Texas. La alegoría es obvia: se trata del libro de Frankenstein de Mary Shelly. Quizás tú sólo recuerdes al monstruo, pero la creación es del doctor Frankenstein quien estaba obsesionado con inyectarle vida a un cuerpo moribundo. El hombre se siente orgulloso de su creación.

A medida que la película avanza, lo interesante es cómo la morra va saboreando el lenguaje, las palabras son conceptos y estos le van dando ideas y descubre la belleza de pensar. Luego tiene una aventura con un hombre en París de la segunda mitad de 1800. Una extraña ciudad de París a primera vista porque hay un sistema de teleféricos y otras cosas voladoras. Esto es interesante porque se trata de un anacronismo: la aparición de un elemento en una obra que no corresponde a cierta época. Pero sin duda, a su vez esta escena es una alegoría de la visión de un genio que en esa época ya imaginaba cosas voladoras: Julio Verne.

Aquel hombre con el que tiene su aventura la lleva por un crucero, ahí conoce a un tipo que es una especie de filosofo pesimista. Éste cabrón la lleva fuera del barco y conoce el sufrimiento del mundo. La chica descubre que hay pobreza e injustica y se cuestiona sus posesiones. No podría ser otra alegoría que la del príncipe Siddhartha Gautama mejor conocido como Buda quien luego de vivir en un palacio toda su vida, la realidad del mundo lo perturba tanto que busca la iluminación debajo de un árbol.

Me gustaría contarte de más elementos, pero es mejor que tú la veas, y esto lo escribo porque no me dio tiempo de explicarle a la gente el compartir mi perspectiva para que no opinaran a lo pendejo de cosas que no entienden.

 

Quetzal Noah

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